jueves, 9 de enero de 2014

Mi inicio en el mundo de los faros, por Paco.

Para mí todo esto de los faros empezó con un atlas de Aguilar. Era yo un crío y cuando empecé a entender aquellos dibujos y a comprender qué representaba cada línea, cada color, cada curva, aquel libro me pareció el libro más interesante del mundo. Allí estaban los mares, los ríos de España que D. Luis, mi maestro, me había hecho aprender de memoria, y estaba, en una esquinita, el Cabo San Vicente. Aquel punto era para mí el fin del mundo: allí se acaba todo y a partir de ahí sólo había mar. Mil noches me quedé dormido imaginando cómo sería estar en aquel cabo viendo un mar sin fin y una vez me propuse que, tarde o temprano, conocería aquella esquina del mundo.

Lo hice mucho tiempo más tarde, ya de casado. Por fin, después de más de 20 años, pisaba el Cabo San Vicente, y allí, en mi fin del mundo particular, me encontré un faro precioso, con su cancela abierta. La curiosidad hizo que entrase al recinto y luego, al ver que podía visitarse, al faro. La escalera, el almacén, la sala de servicio, la lente gigantesca... y el mar desde el faro. Supongo que fue algo parecido a enamorarse, no de ese faro solamente, sino de todos los faros, de lo que representaban, de los sitios donde estaban...

Comencé a interesarme por el tema, a buscar información, a ver fotografías... un buen día, a la sombra de todo esto, nació el personaje del viejo farero, primero el blog, después el libro,  posiblemente el ser que me hubiese gustado en buena medida ser. Escribir era meterme en el faro, vivirlo... pero necesitaba más y hace ahora 5 años hice, junto a mi hija, realidad un sueño: darle la vuelta a España visitando (por fuera) sus faros. De los 187 que tenemos muy pocos, no llegaron a 10, se quedaron sin ver por distintas causas; llevábamos una autocaravana grande y no a todos se podía llegar con ella además del temporal que nos tocó vivir en el norte. En ese viaje no entramos a ninguno pero en tres de ellos dejamos una nota en el buzón del farero, solamente uno, Mario, de Mesa Roldán, contestó y nos invitó a visitar su faro. Esa visita era lo único que faltaba para engancharme definitivamente a este mundo. Después vinieron las peticiones de permisos a las autoridades portuarias para visitar otros faros, las charlas con los fareros que me los enseñaban... y siempre, siempre, el mismo nerviosismo y la misma emoción al entrar a  cada uno de ellos, y en diciembre de 2011 la ruta por los faros portugueses, un retorno a donde empezó todo.
En septiembre de 2012, después de haber visto Cádiz desde su faro en el mes de mayo, decido crear la Asociación porque estoy convencido de que los faros son un tesoro que todo el que pueda deber conocer, y en la aventura me acompañan, o embarco para ser más preciso, a Paula, mi mujer, y nuestra buena amiga Paqui, 3 personas dispuestas a echar a andar una asociación para defender y dar a conocer los faros. 

Hoy son 12 los fareros a los que he tenido la suerte de conocer en persona y más de 30 los faros a los que he entrado y dos regalos inolvidables que me han hecho, uno Paula, mi mujer, que me regaló un vuelo en avioneta sobre la costa asturiana viendo 5 faros desde el aire, el otro Mario, que me dejó pasar una noche en su faro. Ninguno de los dos podrá nunca imaginar lo que ambos regalos fueron y son para mí.

Yo creo que entrar a los faros es enamorarse de ellos y a medida que conoces más más los quieres. Es un poco como ir conociendo poco a poco a la persona de la que te enamoras: termina formando parte de tu vida.

4 comentarios:

Leonor dijo...

Así es el amor, primero las miradas desde lejos, luego el acercamiento casi con miedo pero con el corazón a cien y después, día a día, el cariño que va in crescendo.

Me alegro de que te engancharas a ese mapa y que siguieras soñando con la aventura de conocer aquel fin del mundo tan particular. El resto fue coser y cantar porque una vez que entras en un faro quedas unido a ellos por un invisible cordón umbilical que te llena de vida.

Besos farero.

Leonor, alma de farera.

El viejo farero dijo...

¡Qué bien lo explicas cañailla! Otro beso para ti.

Anónimo dijo...

Yo deje mi comentario, pero no lo veo publicado. Es censura u olvido

Unknown dijo...

En principio creo que más bien se trata de algún fallo a la hora de dejar el comentario. La censura (que podemos unsar si el comentario es ofensivo) no se ha utilizado hasta ahora en este blog sencillamente porque ningún comentario era para ello. Lo del olvido también lo descarto por otra razón simple: de haber olvidado publicarlo el comentario estaría en la bandeja de entrada y no está.
Lamento que aquello que escribió no esté publicado y le invito a que lo haga de nuevo, siempre es interesante saber qué piensan otras personas sobre este mundo de los faros.

Un cordial saludo.

Francisco García Martínez.