domingo, 13 de enero de 2013

Faro de El Rompido, Cartaya.

Las aportaciones que ha ido haciendo el río Piedras a lo largo del tiempo han formado una barra de arena de 9 kilómetros de longitud y aproximadamente 500 metros de anchura llamada la flecha del Rompido que corre paralela a la costa en dirección Este y que hace que el río, tras un brusco giro, recorra esta distancia antes de desembocar al mar. Pero a mediados del siglo XIX la longitud de esta barra no llegaba a los 3 kilómetros y el Piedras desembocaba a la altura de El Rompido, es por ello que cuando en 1.858 se aprueba por Real Orden el proyecto realizado por el ingeniero Ángel Mayo para la construcción de un faro de tercer orden para iluminar la zona de costa onubense comprendida entre la frontera con Portugal y la desembocadura de los ríos Odiel y Tinto se elige este punto para su ubicación ya que así servía también para señalizar la desembocadura del río.

 
Las obras tuvieron un presupuesto de 192.329 reales y se alargaron durante casi 3 años hasta que una nueva Real Orden, esta vez de 16 de enero de 1.861, establece que el faro debe comenzar a funcionar el 1 de abril de ese año. Posiblemente como consecuencia de las prisas por terminar la obra a tiempo a los tres años de inaugurado hay que reparar el pequeño edificio de madera anexo a la torre, pero las necesidades del faro crecen y tres años más tarde comienzan las gestiones para la construcción del edificio que llegaría hasta nuestros días. Para realizar la ampliación es preciso expropiar un terreno que forma parte de la Dehesa de San Miguel, propiedad del Duque de Osuna y que se valora en 119.455 escudos.

El primer equipo de iluminación que tuvo el faro era un aparato de tercer orden con característica de luz fija variada por destellos que se producían cada 4 minutos, su alcance era de 14 millas náuticas y su fuente luminosa era una lámpara de aceite de oliva. La torre es troncocónica y se eleva 13 metros sobre el terreno, el diámetro de su base es de 4,30 metros y en la coronación se reduce a 3,50 metros. A la altura de la cámara de servicio tiene un balcón con barandilla de hierro y la torre la culmina una linterna decagonal, con cristales planos y montantes verticales, típicos de los faros edificados bajo el Plan de Alumbrado Marítimo de las Costas de 1.847 y tanto éstos como la cúpula están pintados de color gris.  El edificio es de planta prácticamente cuadra con 16 metros de lado, con 3 vanos en el frente y 4 en los laterales organizado todo en torno a un patio central que da luz a varias dependencias. El edificio, de 4,50 metros de altura, posee una única planta con tejado, en cada uno de sus cuatro lados, de tejas a dos aguas.

El primer cambio importante en este faro se realiza en 1.919 cuando se cambia el sistema de alumbrado por lámpara de aceite de oliva a uno de incandescencia por vapor de petróleo de 35 mm. de la casa inglesa Chance Brothers. Al aparato original se le acopla un sistema de pantallas giratorias de La Maquinista Valenciana que produce una apariencia de luz blanca con grupo de dos ocultaciones cada 10 segundos. El nuevo sistema hace que el alcance del faro pase de 14 a 16 millas.

La nueva característica de luz no dura demasiado:  en diciembre de 1.925 el faro de El Picacho, en Mazagón,  se moderniza con el mismo sistema de incandescencia por vapor de petróleo y característica de luz muy semejante pero con un alcance muy superior:  30 millas náuticas.  Para que ambos faros sean fácilmente distinguibles la R.O. de 8 de mayo de 1.926 establece que la nueva apariencia para el faro de El Rompido sea de 2 destellos blancos cada 5 segundos. Para ello en 1.928 se desmontan las pantallas de ocultación instaladas 9 años antes y se colocan lentes giratorias.

Pero el aumento del alcance del faro de Mazagón trae más problemas al de El Rompido y va quitándole importancia hasta tal punto que en 1.934 el ingeniero Ángel José Fernández presenta un proyecto para un nuevo cambio de apariencia. La razón es que el faro se encuentra entre el de Villa Real de San Antonio y el de Mazagón y que dado el alcance de éste el de El Rompido resulta innecesario como tal ya que solamente sirve para señalizar la barra de el Terrón. El faro se automatiza con un sistema de acetileno, tipo Dalén, de la firma A.G.A. equipado con destelladores KMD-130 con quemadores provistos de boquilla de 30 litros de consumo a la hora y alimentados por una batería de acumuladores AK-50. Su nueva apariencia es de grupo de 2 destellos blancos cada 5 segundos con la siguiente característica: luz medio segundo; ocultación 1 segundo; luz medio segundo; ocultación 3 segundos.

El faro de El Rompido hay que recrecerlo 15 metros pero su torre no lo permite siendo la única solución  levantar uno nuevo en sus proximidades. Estas obras comienzan en noviembre de 1.975 y el 29 de mayo del año siguiente se enciende en periodo de pruebas hasta que es inaugurado un mes después. Este nuevo faro corresponde al modelo estándar del MOPU, una torre cilíndrica de hormigón de 3 metros de diámetro y 2 balconcillos. Consta de 8 módulos prefabricados que le dan una altura de 31 metros y ponen el plano focal a 43 metros sobre el nivel del mar. La torre descanso sobre una base cuadrada de hormigón de 10 metros de lado por 4 de profundidad.  En principio tuvo como distintivo franjas alternadas en blanco y negro pero en la actualidad todo el fuste es blanco salvo una franja roja en la parte superior. Su óptica posee un sistema de haz sellado con paneles de 6 lámparas de 200 watios que le dan un alcance de 23 millas. Su periodo es de 10 segundos con la siguiente frecuencia: luz 0,5 segundos; ocultación 2,8 segundos; luz 0,5 segundos; ocultación 6,2 segundos.


F.G.M.


viernes, 4 de enero de 2013

¡¡ BIENVENIDOS !!

 
 
La Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía da hoy su primer paso en este mundo  virtual y da la bienvenida a cuantos nos visitáis. Poco a poco iremos ampliando esta página y, entre otras cosas, iremos contando la historia de nuestros faros, subiendo fotografías, poniendo enlaces a otras páginas que tratan de faros, dando la localización exacta de nuestras torres y algunas direcciones de interés. Y es que cada día somos más las personas que nos sentimos atraídas por los faros, bien por su belleza o la de su entorno para fotografiarlos, bien por su historia, por su presencia junto al mar, por la paz y la tranquilidad que muchas veces representa su aislamiento de las zonas urbanas…

Gracias a la navegación el hombre se sintió libre y capaz de buscar  nuevos mundos, conoció otras culturas y llevó a otras tierras cosas que eran desconocidas para sus habitantes. Las embarcaciones se hicieron más grandes, más poderosas y capaces de alejarse más y más de sus puertos, pero todo eso hubiese sido imposible de conseguir en el mar sin la ayuda de los faros en la costa. Ellos forman parte de la historia de la Humanidad desde hace miles de años y su labor debe ser conocida y reconocida por todos.  Un faro es un monumento a la generosidad, a la solidaridad. La luz de un faro guía y ayuda en la oscuridad de la noche  a cualquiera que lo necesite sin mirar el color de su piel, la lengua que habla, su razón social o su clase económica. Y los fareros se encargan de que esa luz esté cada noche encendida, para todos, para ayudar a gente que posiblemente no conocerán jamás.

Andalucía  tiene faros únicos en España. Un buen ejemplo de ello es el de Cádiz, levantado dentro del reciento del  Castillo de San Sebastián, una torre metálica de 37 metros de altura que es el único de estas características que sigue en funcionamiento en nuestro país. ¿Qué gaditano no ha visto su faro desde la playa de la Caleta, o desde el paseo de Fernando Quiñones? Pero, ¿Cuántos son los que han visto la Caleta o la Catedral desde lo alto del faro?  Yo, que no soy gaditano, he tenido esa suerte. Subir al faro de Cádiz produce un choque de emociones. Por un lado te sientes alguien afortunado por ver la milenaria ciudad desde un punto de vista completamente diferente, por ver el mar a tus pies, la Caleta, el Campo del Sur o la Catedral como muy pocas personas lo han visto. Y es ese mismo convencimiento de saber que son pocos los ojos que han disfrutado de esas vistas el que te trae un pensamiento y una pregunta: ¿Por qué algo tan maravilloso no puede verlo y disfrutarlo la inmensa mayoría de los andaluces? Tal vez esta pregunta se responda con otra pregunta: ¿Quién pide subir al faro, a cualquier faro?

Tal vez los andaluces pequemos de menospreciar el valor de nuestras cosas. Si hablamos de lluvia pensamos en Galicia, en Asturias o en el País Vasco y olvidamos que donde más llueve de toda España es en Grazalema. Si hablamos de montañas pensamos en los Pirineos o en los Picos de Europa, cuando tenemos en Sierra Nevada el pico más alto de la península. ¿Saben ustedes dónde está el faro habitado a mayor altura sobre el nivel del mar en España? No es en la costa cantábrica, ni en las rías gallegas, es en Carboneras, en la provincia de Almería, y es el faro de Mesa Roldán.  El  que tiene su foco a mayor altura sobre el nivel del mar en España y en todo el Mediterráneo no está en la Costa Brava, está muy cerca del anterior y es el faro de la Polacra: su luz luce a 281 metros sobre las aguas del viejo Mare Nostrum. ¿Y qué decir del faro chipionero que con sus casi 70 metros es el más alto de España y uno de los más altos del mundo?

Estos faros, y el de Trafalgar, el de Cabo de Gata,  el de Tarifa, el de Bonanza,  el de Punta Carnero, el de Calaburras o la Farola de Málaga son mucho más que señales de ayuda a la navegación: son historia, son arte, son patrimonio andaluz. Y somos los andaluces quienes tenemos que cuidarlos y protegerlos, quienes tenemos que hacer que, a pesar de los nuevos sistemas de navegación, los faros perduren  en nuestras costas, que no se pierdan como se perderá la figura del farero. Tenemos que salvaguardarlos para las generaciones venideras y tenemos que disfrutarlos, dentro de lo posible y de unas limitaciones lógicas,  de la misma manera que disfrutamos nuestros parques, nuestros museos o los cascos históricos de nuestras ciudades y nuestros pueblos.

La lámpara de un faro emite sus rayos de luz en todas direcciones, pero la lente de Fresnel que la rodea los recoge, los centraliza y los une. El resultado es una luz visible a decenas de kilómetros. Algo parecido nos pasa a las personas: aunque tengamos los mismos objetivos si no nos unimos nuestras fuerzas se pierden en mil rayos diferentes que van en mil direcciones diferentes. Necesitamos esa lente de Fresnel que aglutine nuestra luz y la envíe, clara y potente, en la dirección correcta. Si no lo intentamos juntos pocas posibilidades de alcanzar lo más mínimo tendremos.  De aquí nace la idea de esta Asociación. No hace falta ser andaluz para amar nuestros faros, no es necesario saber quien inventó la válvula solar ni que es un flotador de mercurio, ni siquiera es preciso conocer el funcionamiento de un faro para formar parte de esta asociación, lo único que  hace falta es que te interese esta parte de nuestro patrimonio, que sepas que los faros son historia viva que no podemos dejar morir en el olvido y el abandono. Son nuestros, y tenemos que hacer todo lo posible para que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, sigan viéndolos desafiando a los vientos y guiando en la oscuridad de la noche a los hombres de la mar.
 




 

F.G.M.